Por ratos siento que todo va a salir bien. Por ratos siento que todo puede salir mal. Y la verdad es que no tengo manera de saberlo por más que me preocupe, por más que me anticipe, por más que me preparé. Las cosas sólo pasan y van a pasar como tengan que pasar. Si algo he aprendido es que soy más fuerte, más resiliente, más adaptable de lo que me doy crédito. Así que venga lo que se venga, sé que podré afrontarlo; esa es la certeza en la que puedo descansar.
He descubierto que soy feliz. No tengo todo, tampoco me lo sé todo, hay tantas cosas en mi vida actualmente en "veremos" pero sí, me siento bien. Si me llegará a morir hoy, me voy en paz.
Creer en mí es necesario. Si yo no creo en mí, ¿cómo espero que los demás lo hagan? Creer en mí requiere esfuerzo, valentía y renovar un compromiso conmigo misma todos los días. Creer en mí no es fácil, pero es el colchón que me sostiene en momentos de duda, en momentos de desesperación, en momentos de incertidumbre.
Si pudiera retroceder el tiempo, iría a buscar a mis papás jóvenes. Me gustaría conocerles, hablar con ellos, ver si podríamos ser amigos; sin ninguna intención trascendental más que divertirme.
Quiero pensar que todo va a estar bien. Pase lo que pase, confío en el trabajo que he hecho en mí. Así que aunque las cosas salgan como no tenían que salir, voy a estar bien porque sabré manejarlo, no con represión, estoicisimo, o imperturbalidad, sino con autocompasión, gracia, y humor.
Hoy puedo centrar mi energía en el hoy, en mi presente, en lo que tengo enfrente. Hoy centro mi energía en mi bebé moviéndose adentro de mi cuerpo, en Daniel a mi lado, en el techo sobre nuestras cabezas, en mi cuerpo que con mayor esfuerzo, aún puede hacer cosas increíbles, y en la gente que tenemos cerca y lejos que nos aman. That's it.
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