Es un día común y corriente. Un día de verano en Nueva Orleans. El cielo está despejado y el sol brilla con su típico esplendor. Hace calor y mucho.
Me visto con ropa fresca y sandalias. Veo la sombrilla que ando en mi carro y pienso not today.
Camino hacia la oficina y de la nada, ya no se ve el sol ni su esplendor, solo se perciben nubes, posiblemente llenas de agua. El cielo ha cambiado de su azul celeste a un gris.
Me apresuro porque la lluvia es inminente y ando en sandalias y sin paraguas; tengo que buscar refugio en la oficina lo antes posible.
Llego, subo el elevador, y desde la oficina contemplo la vista. Wow. Ya está lloviendo. El cielo cambió en cuestión de ocho minutos, con poco aviso.
Y así como vino esta lluvia, de repente ya se ha ido; el cielo vuelve a despejarse, y el sol vuelve a brillar.
Había visto algo de esta locura de clima en SPS pero aquí el cambio es más repentino, más brusco, y me lleva a pensar en la lluvia como nuestras emociones y la tormenta de pensamientos que la acompañan.
Cuando una emoción nos visita, sentimos una lluvia de sensaciones y pensamientos que no podemos escapar; dependiendo de la intensidad de la situación, de la herida, o del detonante, esta lluvia puede ser una ligera llovizna o una tormenta eléctrica. Y en esos momentos, parece permanecer.
Pero aunque parezca y se sienta permanente, no lo es. Tarde o temprano dejará de llover pero no porque yo lo demande.
Y si bien, a veces nos encontraremos sin un paraguas que nos proteja de que el agua nos moje, si podemos ir cultivando un paraguas interno para recordar en esos momentos que no importa cuanto nos mojemos, va a pasar.
Y mientras pasa, mientras la tormenta se calma, lo mejor que podemos hacer es sentirla, permitirle estar, permitirse irse y ¿por qué no? hasta disfrutarla. Solo es agua, ¿cierto? Solo son pensamientos y sensaciones; no son realidades.
Y cuando la lluvia pasa, nos damos cuenta que el cielo siempre ha estado y esta ahí. A pesar de la lluvia el cielo no se inmuta, el cielo continua siendo vasto, majestuoso, hermoso. Así como sos vos. No sos lo que pensás, no sos lo que sentís. Sos mucho más que eso. No se te olvide.
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