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Writer's pictureSofi

Lo que los Villacorta callamos

Ayer mi abuelo Abel, hubiera cumplido 92 años. Él sufrió un derrame cerebral cuando tenía 48 años y murió a los 73 años (mi papá o mi tía que me corrijan); es decir, vivió gran parte de su vida, 25 años, con las secuelas de un derrame que le impidieron disfrutar muchas cosas, incluyendo su familia.


No lo sé, pero me imagino que se deprimió…no ha de ser para nada fácil verse de esa manera.


Cuando ocurrió el derrame mi papá tenía apenas 10 años y en ese momento tuvo que asumir el rol del hombre de la casa. De ahí viene el espíritu luchador y trabajador de los Villacorta, incapaces de darse un descanso.


Todo lo que sé de mi abuelo es porque me lo han contado, ya que su enfermedad y mi corta edad nos dificultaron tener las conversaciones que yo hubiese querido.

Tengo entendido que cuando mi abuelo se enfermó, muchos de sus “amigos” le dieron la espalda…y de ahí viene otra creencia Villacorta, dependé solo de vos mismo, no es bueno el que ayuda sino el que no molesta. La gente te va a fallar, así que sé selectivo en quienes confías.


También nos caracterizamos por ser curiosos intelectualmente, por querer saber más, tenemos un gusto natural por el aprendizaje, por cuestionar las cosas…algo que no siempre es valorado en esta sociedad, lo que nos lleva a otro patrón mental, muy similar al de Scar en El Rey León: estamos rodeados de tontos (lo cual siempre es cierto)


Si unimos estos tres componentes que acabo de describir, tenemos a alguien sumamente ocupado, independiente, y autónomo, que busca crecer intelectualmente…y esto me lleva a la cuarta dimensión, el estoicismo; la importancia de controlar lo que sentimos, de ser poco expresivos, y tender a ser más distantes y fríos.


Entonces, ¿qué es lo que los Villacorta callamos?


Callamos todo lo que hay debajo de esas creencias, callamos nuestros miedos, nuestras inseguridades…


Creemos que es más fácil construir fachadas pues no a todos les importa lo que nos sucede.


Queremos valernos por nosotros mismos y nos cuesta muchísimo pedir ayuda.


Hemos estado en constante contacto con las pérdidas y el dolor que traen.


Somos fuertes y a veces esa fortaleza no es bien percibida por eso somos de pocos amigos y si nos hemos abierto contigo, realmente sos especial.


Somos poco pacientes con aquellos que se complican porque quieren.


Y a pesar de que no lo demostramos siempre, amamos, más de lo que estamos dispuestos a admitir, y somos capaces de hacer lo que sea por los nuestros y aquellos que necesiten nuestra ayuda.

 

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