Si me siguen en Instagram, sabrán o se imaginarán que Daniel anda de viaje. Hoy que están leyendo esto se cumplen 17 días desde que se fue. Apenas 17 días y yo lo siento como que han pasado 3 meses.
Quizás sueno exagerada, pero hasta cierto punto creo que el que yo lo perciba como una mayor cantidad de tiempo es bueno. Dice mucho del amor que hemos construido.
Los días se sienten cada vez más y más largos. Es increíble todo el tiempo que me sobra pues ahora solo tengo que considerarme a mí en la rutina del día a día.
Han sido días agridulces. Si bien he podido enfocarme más en mí: me he sacado en dates y he valorado mi compañía, por ejemplo, el sábado hice karaoke solita en la sala, ha habido momentos donde me siento insegura, sola, e inquieta y me he replanteado muchas cosas (algunas bastante heavy que espero poder contarles pronto)
Parece mentira como te acostumbras a compartir tus días con alguien. Quitémosle el romanticismo, simplemente tener a una persona que te espere en casa para poder contarle de todo y de nada. Solo estar ahí, acompañado.
Daniel me hace falta. Más de lo que yo pensaría. Pero si algo me han enseñado estos días es que yo soy suficiente. Yo ya estoy completa. Yo puedo resolver “problemas de hombre”. Yo me tengo a mí. Y mientras me tenga a mí todo lo demás irá fluyendo. Mientras confíe en mí y mis capacidades todo lo que pueda pensar o sentir, será manejable.
Y nuevamente estos días me reconfirman que el amor funciona mejor cuando es libre y seguro. Cuando sabes que, aunque no necesites a la otra persona, la queres ahí con vos.
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