“Es que yo pensé…”
“Yo asumí que…”
“Es que yo creí que…”
“Es que tenía miedo que…”
“Es que vos pensarías…”
“Es que me ibas a contestar…”
Nos encanta leer la mente de los demás, especialmente la de nuestros más cercanos. Creemos que por conocerlos podemos saber cómo piensan y que acciones o decisiones tomarán. Esto puede llegar hasta tal punto que creamos una imagen en nuestra mente de esa persona que no es, que no existe, puede ser nuestra versión de esa persona, pero eso no quiere decir que en realidad así sea.
Cuantos malentendidos y problemas nos evitaríamos si tan solo diéramos más el beneficio de la duda y nos atreviéramos a preguntar. Es más, vale la pena analizar, ¿por qué no preguntamos?
Quizás porque nos da pena, quizás para no incomodar, quizás para no vernos “intensos” o a veces para evitar problemas, lo irónico es que los problemas siempre se terminan generando por la falta de comunicación clara y directa y por la tendencia a suponer o asumir.
Lamento ser yo la que se los diga, pero no podemos leer la mente de los demás, así de sencillo y por mucho que conozcamos a alguien, esa persona nos puede sorprender.
Cada uno va en su propio camino de crecimiento (consciente o inconsciente, para bien o para mal) y asumir solo invalida lo que el otro puede estar queriendo mejorar o cambiar, así que esta semana te invito a que le des el beneficio de la duda a los que te rodean. Piénsalo, a ti también te molesta y parece injusto que asuman o supongan cosas de ti, y te encantaría ser tomado en cuenta, te encantaría que te preguntaran, te encantaría que te dieran ese beneficio de la duda.
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